domingo, 21 de abril de 2013

Black Mirror: El himno nacional (Cap.1)


Aunque esté llegando ahora en 2013 a España, el primer capítulo de Black Mirror se emitió en su país de origen, el Reino Unido, ya en 2011. Se tratan de capítulos no relacionados entre ellos, cuyo único factor común es la ambientación en distintos futuros postmodernos, en los que el mundo humano se ha moldeado en torno de la llamada tecnología 3.0.

El primer capítulo, incluso habiéndolo visto un año y medio después de su emisión, es un mazazo por su verosimilitud. La historia que nos cuentan es la de un mundo, más o menos por las fechas en las que vivimos, en el que alguien secuestra a la popular y solidaria princesa de Inglaterra.  Lo sorprendente de este secuestro son las exigencias que le llegan al Primer Ministro británico: se le exige que, si quiere volver a ver con vida a la princesa, mantenga en vivo y en directo relaciones sexuales completas con una cerda. No, no estoy siendo machista, con una cerda, literalmente, de las que hacen oink y se revuelcan por el barro.

El mazazo nos golpea porque nosotros no nos identificamos con el señor Primer Ministro, ni con la secuestrada, como espectadores nos identificamos con los espectadores de dentro de la historia. Espectadores que difunden el vídeo del secuestro utilizando medios que nosotros usamos cada día como Youtube, Facebook, Twitter, etc. Que mediante esta difusión obligan a los medios de comunicación tradicionales a convertir las intenciones del secuestrador en noticia internacional (pese a las presiones desde el gobierno) y que, realmente, esperan con más curiosidad morbosa que repulsión que el Premier tenga una noche loca con una cerda. Espectadores que además se sienten seducidos por poder ver en directo un acontecimiento de semejante magnitud.


Es una reflexión sobre la insensibilidad del espectador, y a la hipervisibilidad que se intenta dar desde el mundo político, hipervisibilidad que, en el momento que algo escapa de su agenda, se convierte en un arma de doble filo. Es una crítica a la brutal importancia de la imagen mediática en el mundo postmoderno, llegando a estos extremos, en los que se mide la capacidad de sacrificio de un político para contentar a la opinión pública (hoy mismo echaban por la tele un reportaje, lamentable por cierto, sobre algo llamado "Caso Hormigos" en el que nuestro ministro de justicia decretaba cambios en el código penal por el impacto de unos titulares veraniegos). En definitiva estamos ante una propuesta realmente turbadora, que crea malestar en el espectador, sin dejar de ser absorbente. Todo esto compensa (si te gusta pensar) con el rato de reflexión al que te obligas al terminar este capítulo piloto.

Acabando, Black Mirror es uno de los grandes descubrimientos que el equipo de asesoración seril (¿seril o seriil; o serieil?) me ha brindado este año 2013, o estos 4 meses que van. Capítulos cortitos, que atrapan, impactan, perfectametne realizados y que, además, hacen pensar. El hecho de que no tengan una historia común ayuda a la gente de poca voluntad, como un servidor, a no gastar la mitad de su tiempo vital viendo series (maldita The Wire). Pues eso. Que estoy muy orgulloso de no haber spoileado casi.

2 comentarios:

  1. Vi la primera temporada hace algún tiempo y me encantó. Muy buena la crítica sin casi spoilers (enhorabuena).

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  2. Gracias! La segunda temporada, sin ser tan buena y tan impactante como la primera, merece también la pena mucho. El último me parece buenísisimo.

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