viernes, 31 de mayo de 2013

Luces, cámaras, sexo, drogas y rocanrol


Este artículo contiene grandes dosis de buenrrollismo y buena música. No es porque lo haya escrito yo, que también, pero juro que merece la pena irse parando en los videos con los altavoces bien altos.

Hace años que se conocen. Desde que el rey Elvis saliera de la cárcel a golpe de guitarra en Jailhouse Rock. Corría 1957 y la música popular llamaba a las puertas del paseo de la fama de Hollywood. A Hard day´s night, protagonizada por nada menos que Los Beatles en 1964, se encargó de abrirle las mismas de par en par al más polifacético de los géneros musicales.



Se abre el telón. Y desde entonces, el rock ha convivido con el séptimo arte en una armonía convertida habitualmente en simbiosis. Pues que sería de Rocky Balboa sin su Eye of the Tiger, de la gran Easy Rider sin Smith poniendo notas a sus viajes en moto, o de Jack Black sin su School of Rock. Y dicho sea de paso, brindo por ello. Porque las escenas mas chulas de muchas películas llevan consigo las notas de mis grupos preferidos, y eso es impagable.



La música, el rocanrol en este caso, es capaz de describirnos a un personaje, capaz de engrandecer una escena o de convertir otra en memorable. Empecemos con algo que hemos hechos todos, rock and roll en el coche.



Sin duda es otro concepto de Radio María. No se si quedarme con este mítico percance de El Nota en El Gran Lebowsky de los hermanos Coen al ritmo de Looking at my black door de Creedence Clearwater o con la majestuosa, soberbia y épica Bohemian Rhapsody de Queen en la comedia Wayne´s World. Si bien el duelo entre ambas se lo lleva claramente la cinta de los Coen, la música convierte a la segunda en una escena sin desperdicio.




El tema de Queen sirve además a modo de intro de la película. Aunque para intros rockeras no hay duda, si Smash Mouth y su All Star en el opening de Shrek me lo permiten y el señor Rubio no me recuerda el paseíto de Reservor Dogs, diré que para encontrar mi intro rockera preferida hay que trasladarse a Escocia para que Iggy Pop nos amenice con uno de los momentos más icónicos del cine de los ´90. Trainspotting´s Choose live y la adicción a la heroína.


Guns n´roses en Terminator 2, David Bowie en Zoolander... La lista es interminable. Pero en este post no podía faltar el momento más mágico en lo que al metarock en la gran pantalla se refiere. Marty McFly en Regreso al futuro toca lo que para él es un clásico, Johny B Good... jamás escuchada por el público de 1955. 



Flea, cantante de Red Hot Chili Peppers, aparece por cierto en Regreso al Futuro III... y no es el único. Ozzy Osborne, entre reallity y aperitivo de murciélagos hace su aparición estelar en Little Nicky. Bruce Springsteen hace lo propio en Alta Fidelidad y el enorme Keith Richards, guitarrista de los míticos Rolling Stones, además de subirse a cocoteros interpreta al padre de Jack Sparrow (Johnny Deep) en las secuelas de Piratas del Caribe.

Un post aparte habría que hacer (quizá lo haga un día de estos) para hablar de los Soundtracks de Mr. Quentyn Tarantino. Capaz de redescubrir clásicos y poner de moda canciones solo con que aparezcan en sus películas. Este mítico baile entre Uma y Travolta da buena cuenta de ello.




Como cierre final, como última canción, no puedo irme sin hablar de la cantidad de guiones e historias que el rock ha aportado al cine. Decenas, cientos de cintas, muchas de ellas biopics, han servido a guionistas y directores para adentrarse en el mundo del cuero y la guitarra. Desde la lenta y melancólica Last Days de Gus van Sant abordando los últimos días de vida de un malogrado Kurt Cobain, hasta la exagerada Sid and Nancy con Gary Oldman interpretando al cantante de Sex Pistols en un alarde de gamberrismo punki.




Oigo la ovación del público desde el camerino así que vuelvo al escenario para hacer un bis y dedicar el post a todos aquellos que ven buen cine y oyen buena música. Y también a los que no. También a mi compañía discográfica, a mi manager y a las miles de grupis que me siguen a todas partes. 



domingo, 21 de abril de 2013

Black Mirror: El himno nacional (Cap.1)


Aunque esté llegando ahora en 2013 a España, el primer capítulo de Black Mirror se emitió en su país de origen, el Reino Unido, ya en 2011. Se tratan de capítulos no relacionados entre ellos, cuyo único factor común es la ambientación en distintos futuros postmodernos, en los que el mundo humano se ha moldeado en torno de la llamada tecnología 3.0.

El primer capítulo, incluso habiéndolo visto un año y medio después de su emisión, es un mazazo por su verosimilitud. La historia que nos cuentan es la de un mundo, más o menos por las fechas en las que vivimos, en el que alguien secuestra a la popular y solidaria princesa de Inglaterra.  Lo sorprendente de este secuestro son las exigencias que le llegan al Primer Ministro británico: se le exige que, si quiere volver a ver con vida a la princesa, mantenga en vivo y en directo relaciones sexuales completas con una cerda. No, no estoy siendo machista, con una cerda, literalmente, de las que hacen oink y se revuelcan por el barro.

El mazazo nos golpea porque nosotros no nos identificamos con el señor Primer Ministro, ni con la secuestrada, como espectadores nos identificamos con los espectadores de dentro de la historia. Espectadores que difunden el vídeo del secuestro utilizando medios que nosotros usamos cada día como Youtube, Facebook, Twitter, etc. Que mediante esta difusión obligan a los medios de comunicación tradicionales a convertir las intenciones del secuestrador en noticia internacional (pese a las presiones desde el gobierno) y que, realmente, esperan con más curiosidad morbosa que repulsión que el Premier tenga una noche loca con una cerda. Espectadores que además se sienten seducidos por poder ver en directo un acontecimiento de semejante magnitud.


Es una reflexión sobre la insensibilidad del espectador, y a la hipervisibilidad que se intenta dar desde el mundo político, hipervisibilidad que, en el momento que algo escapa de su agenda, se convierte en un arma de doble filo. Es una crítica a la brutal importancia de la imagen mediática en el mundo postmoderno, llegando a estos extremos, en los que se mide la capacidad de sacrificio de un político para contentar a la opinión pública (hoy mismo echaban por la tele un reportaje, lamentable por cierto, sobre algo llamado "Caso Hormigos" en el que nuestro ministro de justicia decretaba cambios en el código penal por el impacto de unos titulares veraniegos). En definitiva estamos ante una propuesta realmente turbadora, que crea malestar en el espectador, sin dejar de ser absorbente. Todo esto compensa (si te gusta pensar) con el rato de reflexión al que te obligas al terminar este capítulo piloto.

Acabando, Black Mirror es uno de los grandes descubrimientos que el equipo de asesoración seril (¿seril o seriil; o serieil?) me ha brindado este año 2013, o estos 4 meses que van. Capítulos cortitos, que atrapan, impactan, perfectametne realizados y que, además, hacen pensar. El hecho de que no tengan una historia común ayuda a la gente de poca voluntad, como un servidor, a no gastar la mitad de su tiempo vital viendo series (maldita The Wire). Pues eso. Que estoy muy orgulloso de no haber spoileado casi.

domingo, 14 de abril de 2013

Tierra y libertad (14 de abril)


Así porque sí, sin venir a cuento y sin ninguna relación con la fecha, cosas de la casualidad y del cosmos (macrocosmos y microcosmos, por no discriminar), pues como que cae una reseñita de Tierra y libertad, esa película inglesa de hace 18 años sobre nosequé guerrilleros en un país del sur de Europa. (Aquí para ver online https://www.youtube.com/watch?v=3tKg2s-ASV0)

Ken Loach es un tipo peculiar, inglés, comprometido socialmente, enamorado de los guerrilleros y con Trotsky en la cabeza. Y claro, de este amor a los guerrilleros nace Tierra y libertad, que es una viaje por una España envuelta de lleno en la Guerra Civil.

El protagonista de la película es David Carr, un británico miembro del Partido Comunista que, viéndose sin comunistas y anarquistas en las calles de Barcelona, de la propaganda estalinista y los intentos del Partido Comunista de España de fortalecer su poder dentro del bando republicano... Pero, sobre todo lo demás, acaba enrolado en el frente de Aragón en una milicia del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), cercano al trotskismo (igual no es casualidad que sea la ideología del director).
empleo en su país, y totalmente comprometido con la lucha contra el fascismo, se une a la Brigadas Internacionales para luchar en la Guerra Civil Española. David llega a España y comienza un viaje que le llevará ante todos los vicios y las virtudes de la parte más libertaria del país. Es testigo directo de las disputas entre

En el frente aragonés se enamora de otra miliciana, una española llamada Blanca (Iciar Bollaín, ahora directora de cine). Tras unos incidentes en los que se ve apartado del frente, vuelve con su milicia y asiste a otro de esos momentos para enmarcar, en el que liberan un pueblecito (se intuye que situado en el Bajo Aragón, por Teruel). Este pueblecito será protagonista de uno de esos momentos que solo se dieron unos pocos meses durante la Guerra Civil en esta zona de Teruel: la colectivización y la puesta en marcha de un modelo comunal.

Este ambiente que consigue Ken Loach se debe en gran medida a una gran carga de improvisación. En una de las escenas con más peso en la película, una en la que hay una asamblea para decidir si se colectivizan las tierras del pueblo o no, actores y habitantes reales del pueblo mantienen una conversación casi real, en la que campesinos de a pie expresan lo que sienten respecto a su situación. En este caso el director se apoya en la realidad y en el caos para recrear una época turbulenta y cruda, en la que gente acostumbrada a servir tomó las riendas de su vida para acabar perdiéndolas en muy poco tiempo.


Todo este peculiar proceso creativo tiene como resultado una película que puede parecer deshilachada, con pasajes poco relacionados entre sí. Pero es sin embargo esta forma de crear la que le da la capacidad de transmitir esa fuerza que oculta, que no es ni más ni menos que la fuerza de las convicciónes y la alegría de la libertad.

miércoles, 10 de abril de 2013

Cine Doré

Hace unos días estuve, a raíz de un trabajo para al universidad, en la Filmoteca de Madrid. Con la intención de entrevistar a un proyeccionista (terminada la entrevista me quedó bien claro que el término correcto es operador de cine), me pasé por la sede, un palacete de principios del sigo XX, al lado de la boca de Metro de Antón Martín. Es fácil de reconocer por las enormes letras que rezan "Cine Doré" en la fachada principal.

El caso es que me pasé por allí, sin saber concretamente a quién iba a entrevistar, y sabiendo que el ratito que hablase conmigo dependía de su voluntad. Finalmente el entrevistado fue Juan Carlos Sánchez Lázaro, proyeccionista (operador de cine) con más de 30 años de experiencia. La entrevista, como no podía ser de otra forma, empezó tratando sobre su trabajo y acabó en una charla sobre cine (allá donde fueres trata de absorber sapiencia cinematística). Acabada la entrevista, para mayor satisfacción, me ofreció una visita por todos los recovecos del Cine Doré.

No veáis que gusto darse una vuelta por todo el edificio, pudiendo tomar fotos. Si ya el vestíbulo es interesante de ver imaginaos poder entrar a las salas cuando no hay proyección. Empezamos dando una vuelta por la sala "pequeña", la Sala 2. Además del patio de butacas Juan Carlos tuvo la amabilidad de enseñarme la sala de proyección, un rinconcito a mi parecer lleno de proyectores y otros cachivaches desconocidos, pero que parece ser que todavía había más en la sala grande.
Cine de verano

Por una escalera de caracol que salía de la Sala 2 (la "pequeña") subimos al Cine de Verano. Esa tarde lluviosa de marzo lógicamente no estaba montado, pero la pinta era buena: un patio en el centro de Madrid, con una pantalla en la pared del fondo y su barecito para echarse unas cañas cuando el calor aprieta, suena a acierto.

Desde allí, cruzando por fuera del edificio, se accede a la sala de proyección grande, desde la que se proyecta en la Sala 1. En este cubículo (del tamaño de una habitación y media en realidad) me percaté de que, realmente, hay un montón de maneras de proyectar. Aparatos de todas las formas y colores por todas partes, desde el proyector de 35mm (un armatoste enorme) hasta el proyector digital vía disco duro, pasando por sistemas que nos suenan más, como el DVD, etc. En la Sala 1, debajo de donde me encontraba, estaban proyectando una de Juan Luis Galiardo (no recuerdo cual). Mientras Juan Carlos me comentaba que tenía pendiente de revisión Cinema Paradiso, , para una excursión de un grupo de un colegio que iba a pasar por allí en unos días. La verdad que si su objetivo es que los niños adoren su trabajo, esa peli es perfecta, y si es enganchar a los niños al cine, ¡más aún!


Antes de irme, en que terminó el pase que estaban dando, pude ver el que es quizás el lugar más espectacular del edificio, la Sala 1. Centro de actividad de lo que en su época de cine de reestrenos la gente apodaba "El Palacio de las Pipas", de la Sala 1 solo se puede decir que es grande, muy grande, y espectacular. Y, además, tuve la suerte de poder verla vacía y echar fotos como estas.




Venid, porque merece la pena.

martes, 12 de marzo de 2013

Ser "chico Almodóvar"

Los amantes pasajeros con Almodóvar agarrando de la pechera a Javier Cámara y De la Torre mirando lascivamente.

Para bien o para mal, Pedro Almodóvar vuelve a estar en boca de todos. Su último film no ha calado entre la crítica y el público como se esperaba. Tras un explosivo trailer, Los amantes pasajeros se había convertido en un cita preferente para los fans del manchego. Pero tanta expectación es contraproducente en la mayoría de los casos y Pedro no ha logrado una obra acorde a su leyenda.

Con un reparto coral, Los amantes pasajeros pone en la palestra de nuevo a Javier Cámara y a un "primerizo" con Almodóvar: Carlos Areces, además de un reparto masculino con nombres como los de Antonio de la Torre, Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre, Jose María Yazpik, Guillermo Toledo o Antonio Banderas entre otros. Resulta curioso pero, Pedro se pierde cuando le da el protagonismo a personajes masculinos. La complicada La piel que habito (con Antonio Banderas) o la fallida La mala educación (con Gael García Bernal, Fele Martínez y Javier Cámara) son ejemplos de esta carencia del director al dar el mando de un film a un hombre. Solo la exitosa Hable con ella (con Javier Cámara y Darío Grandinetti) ha conseguido rayar con las grandes obras del maestro.

Carmen Maura, Cecilia Roth, Penélope Cruz, Marisa Paredes, Lola Dueñas... todas han sido "chicas Almodóvar" y hay pocas actrices españolas que no aspiren a ello en sus metas. Pero tanto como ellas, los "chicos" de nuestro cine también quieren ser de Almodóvar. Por ello vamos a ver quiénes han representado a los hombres en el mundo Almodóvar con más éxito o con más repercusión.

Antonio Banderas: Sin duda es el "chico Almodóvar" por execencia. Un icono de nuestro cine en el panorama internacional y la gran estrella de cualquier cartel patrio. Comenzó con Laberinto de pasiones  (1982), pero sus apariciones más destacadas han sido en Matador (1986), La ley del deseo (1987), Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) y Átame (1990). 
En La piel que habito (2011) realiza su mejor interpretación con el manchego. Aparece en Los amantes pasajeros en calidad de cameo, como operario de pista en el aeropuerto. 




Javier Cámara es el otro gran "chico Almodóvar", aunque este con unos papeles más sensibles que Banderas. Despuntó con Hable con ella (2002) y continuó su sociedad Almodovariana con La mala educación (2004) y la actual, Los amantes pasajeros.

El chico tímido del cine español sabe hacer reír pero también llorar y estremecernos.


Dario Grandinetti fue Marco en Hable con ella. Una magistral actuación del argentino que no ha vuelto a colaborar con Pedro ni se ha prodigado en nuestro cine como podía parecer tras su protagonismo (compartido con Cámara) en la cinta.

Tan serio como sensible, Grandinetti soltó las lágrimas más sinceras del cine de Almodóvar ya fuera viendo una representación teatral o sufriendo con su amigo Benigno (Javier Cámara).



Javier Bardem colaboró con Almodóvar en la policíaca Carne Trémula (1997). El oscarizado actor compartió rondas policiales con el recientemente fallecido Pepe Sancho, que consiguió el Goya a mejor actor de reparto por este film. Ya apareció en Tacones lejanos (1991), con Miguel Bosé como compañero masculino en el reparto.



Eusebio Poncela, un grande de la interpretación denostado por su excesivo modo de vida y sus convicciones personales. Este curioso actor compartió el protagonismo de La ley del deseo con Banderas en una actuación muy a su estilo: erótica y potente. Ya apareció en Matador.

Un "chico Almodóvar" en la vida real, que no se ha vuelto a aparecer por una producción del manchego.


Gael García Bernal protagonizó La mala educación en un personaje marcado por el pasado que se travestía y aspiraba a encontrar el éxito en el mundo de la interpretación. Compartió la primera plana con Fele Martínez y Javier Cámara en esta cinta que no obtuvo el reconocimiento esperado.

Actor de relumbrón internacional para Almodóvar que tampoco ha repetido en otros films. Su caracterización como travesti recuerda a la de Toni Cantó (quién te ha visto y quién te ve) en Todo sobre mi madre (1999), que nos supo a poco.
Lluis Homar es el "madurito" de la lista. Con su papel protagonista en Los abrazos rotos (2009) consiguió la consolidación como actor en nuestro país y un reconocimiento unánime de la crítica con su papel, que no se vio reflejado en las nominaciones y premios. Aparece también en La mala educación en un papel mucho más pequeño.

Lo clava haciendo de escritor invidente y demostrando que para hacer de ciego no hace falta exagerar los gestos hasta la saciedad (apunte Pacino).



Y no podemos olvidar (y no podré perdonar) la cantidad de grandes actores que han sido desaprovechados en la filmografía de Almodóvar como: Fernando Guillén (en Mujeres al borde de un ataque de nervios y Todo sobre mi madre), Fernando Fernán-Gómez (impactante en Todo sobre mi madre), el mencionado José Sancho (aprovechado en Carne Trémula pero fugaz en Hable con ella), Antonio de la Torre (en Volver) e Imanol Arias (en Laberinto de pasiones), amén de otros grandes como Eduard Fernández, Emilio Gutiérrez Caba, Karra Elejalde, Nacho Novo, Juan Fernández...





viernes, 8 de marzo de 2013

Shirley MacLaine: La mirada más optimista del cine

Hoy me gustaría hablar sobre una de esas actrices que ves en la pantalla y te enamoran, una de mis actrices más favoritas de la historia del cine, Shirley MacLaine. Nacida en Richmond (Virginia), cumplirá pronto 78 años, todavía en activo, ahora en la serie británico-estadounidense Downtown Abbey.

En Downtown Abbey
En el cine desde los 21 años, ha conseguido lo que pocas consiguen, prolongar su carrera durante más de medio siglo. ¿Su secreto? Pese a que, en su juventud, era una de las mujeres más guapas que he podido ver en la pantalla, consiguió imponerse por su calidad como actriz, y no por su físico (que no desmerece nada). Por esto esta monada de chica, aún cuando se convirtió en una monada de mujer, y más tarde se convirtió en una señora entrañable y respetable, siguió teniendo papeles más o menos importantes, ya sea en la pantalla grande o la pequeña.

Sin duda esa mirada simpática y curiosa, además de su desparpajo ante las cámaras, le valieron ser la mejor pareja de Jack Lemmon (con permiso de Walter Matthau). Aún me atrevería a ir un poco más allá, fue un vértice de, para mi, un de los mejores triángulos cinematográficos que ha tenido la historia del cine: Jack Lemmon - Billy Wilder - Shirley MacLaine.
Y de ese triángulo vinieron dos joyitas como no se han vuelto a hacer: El Apartamento en 1960 e Irma la Dulce en 1963. Dos de esas pelis que, si no estás acostumbrado al cine clásico, te encantan igual. Primero, en El Apartamento, este triángulo fascina en blanco y negro y, tres años después, en Irma la Dulce, fascina en color. Todo es perfecto, Billy Wilder convierte en maravillas las historias más sencillas, Jack Lemmon es el perfecto pringado, y Shirley MacLaine, simplemente enamora.   A la derecha Irma la Dulce >
Otra de las apariciones de MacLaine que me encantan está en Being There (Bienvenido Mr.Chance en castellano) en 1979. Más madura, ya con 45 añitos, se enamora de Peter Sellers, literalmente un idiota. Pese a tener casi 15 años más a sus espaldas conserva ese encanto que tenía en su época con Billy Wilder, y que mantiene hoy, que han pasado 53 años desde El Apartamento y, esperemos, que no le abandone nunca.

Y esto es todo, solo quería rendir un pequeño homenaje a una de las actrices vivas a la vez más importante y menos tenida en cuenta cuando se habla de las grandes mujeres en el cine. Por cierto, ¿sabíais que es la hermana mayor de otro mito del cine como Warren Beatty?
La ascensorista de El Apartamento posa junto a Clyde Barrow

lunes, 4 de marzo de 2013

Al borde del suicidio (The Sunset Limited)



The Sunset Limited es, aunque parezca increíble, un telefilm. Esta joyita underground es una película hecha para televisión, eso sí, por HBO. ¿Qué tendrá HBO que todo lo hace bien? Quién sabe, pero desde luego proyecto que llevan a cabo proyecto que adoro. No les basta con hacer la mayoría de las mejores series, sino que además sacan una peli como esta que, fácilmente, se merienda a la mitad de las grandes producciones del año.

Al borde del suicidio es como se tradujo el título en España, imagino que para que nos demos cuenta de que es un telefilm, y por tanto debe ser emitido en El Triple Tres: en Antena 3, a las 3 y 3 veces al año. Quién sabe, la cosa es que está bien eso de que el título te diga "¡Ey, soy una peli sobre alguien que se quiere suicidar!".

Qué sorpresa os vais a llevar cuando os confirme que sí, va sobre un profesor de filosofía (Tommy Lee Jones) que se quiere suicidar y es salvado, contra su voluntad, por un vitalista exconvicto (Samuel L. Jackson). Lo interesante de la película es que se desarrolla entera en el salón de la casa del religioso. Hora y media en una sola localización, con dos personajes conversando, eso es todo.


Esto durante hora y media
Y no hay lugar para aburrirse, ahí es donde te das cuenta de la calidad que envuelve a la película en todos los aspectos. La calidad de la escritura de la obra de teatro de Cormar McCarthy y el acierto en la adaptación del guión. La confirmación de la calidad de Tommy Lee Jones tras las cámaras, que consigue el más difícil todavía: variedad visual; cuando durante la hora y media de metraje ves dos caras y cuatro paredes que se repiten una y otra vez. La calidad en la increíble labor frente a las cámaras de Tommy Lee Jones y Samuel L. Jackson, dando vida a los dos personajes y, sobretodo, dando vida a los diálogos. 

Advierto que, si decidís ver The Sunset Limited (¡hacedlo!), sin que os deis cuenta, puede que acabéis empapandoos de algún que otro argumento de peso para suicidarse. Este blog no se responsabiliza de posibles autolesiones.