jueves, 1 de diciembre de 2011

Johnny cogió su fusil

Johnny cogió su fusil, ah no, que no tenía brazos...
No nos engañemos, la peli es un locurón, se basa en recuerdos y sueños de un protagonista que, es básicamente, un trozo de carne con un cerebro. Johnny fue herido en la Primera Guerra Mundial por una bomba y perdió los brazos, las piernas, los ojos, la nariz, la boca, el oído... bueno, básicamente le quedan intactos los órganos del tronco, el cerebro y el pene (puedo cambiar este término pro cualquiera de los mil nombres que tiene, según gustos). Pues eso, Johnny cogió su fusil, y ahora está bien jodido, el único sentido que le queda es el del tacto, es decir, siente presión, frío y calor.

Visto el punto de partida de la historia (y a veces tras ver el final) la gente puede pensar que el tema central de la película es la eutanasia, los dilemas éticos de los científicos, o simplemente el antibelicismo, sin embargo sacar esa conclusión es no entender una película como esta. Lo que hace grande a este film es la cantidad de temas que trata y lo que se profundiza en ellos.

No se trata de una película antibelicista sin más, no es un ataque a la guerra en sí, es un ataque a los que causan las guerras, y no solo a ellos, también es un ataque a la ignorancia de los jóvenes patriotas que luchan en ellas. Un llamamiento a la base pobre del sistema a abrir los ojos, a ver que no están realmente luchando por la libertad y la justicia como dice el hombre con influencias del sueño navideño en la panadería con un "¡Feliz navidad, soy el jefe, esto es champán!" de fondo.

Esta película es, sin duda, un pequeño manifiesto ideológico de Dalton Trumbo. Emana ese socialismo que hizo que tuviera sus más y sus menos con el Comité de Actividades Antiamericanas en la época de McCarthy en la CIA y, a parte de pasar un tiempecito a la sombra, tener que escribir sus guiones bajo seudónimos, como en el caso de Espartaco.

Es en los sueños donde realmente se desvelan las intenciones del director (además de dejarse ver la mano de Buñuel, que ayudó a Trumbo con los sueños), con un enorme Jason Robards en el papel del padre de Johnny, dándonos las claves de la carga ideológica de la película con perlas como su conversación con su hijo sobre la democracia: 

-"¿Qué es la democracia?" 
-"Pues no creas que yo lo entiendo muy bien... Como cualquier otra clase de gobierno, tiene algo que ver con que los jóvenes se maten unos a otros, me parece." 
-"¿Y por qué no se matan los viejos?" 
-"Porque los viejos tienen que mantener el fuego en sus hogares.
 -"¿Y eso no lo pueden hacer los jóvenes?" 
-"Los jóvenes no tienen hogares, por eso van a matarse unos a otros."

Estamos sin duda ante una de esas películas que hay que ver una vez en la vida, que no te dejará indiferente. Para mi gusto impresionante desde la crudeza y la duración de las escenas en las que solo ves una cabeza que se mueve entre un montón de sábanas mientras escuchas sus pensamientos, hasta la irrealidad del mundo de los sueños, con Donald Sutherland interpretando a un Jesucristo que lleva en tren las almas de los fallecidos. O te encantará o la odiarás desde el sueño profundo si no consigue engancharte, pero verla, hay que verla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario